Ingres en el Prado

Louis-François Bertin por Jean A. D. Ingres, 1832. Museo del Louvre de Paris, Francia.

Ingres siempre quiso ser reconocido como un pintor de Historia y demostró destreza en sus grandes composiciones pero para lo que realmente tenia talento era para el retrato.

Según él mismo escribe en las cartas a sus amigos odia hacer retratos, hacer retratos es muy aburrido. Pero en la practica le apasiona, porque entiende al modelo y tiene capacidad para su representación.

Las emociones que transmite Ingres a través de su arte transcienden los límites de la personalidad del retratado, donde sabe representar como nadie la fuerza y el análisis psicológico del modelo, escogiendo la mejor pose para cada uno de ellos. Por todos es conocido la capacidad de Ingres para el retrato femenino donde las joyas y ropajes transmiten a sus modelos la feminidad y la posición social en la que se encuentran. Sin embargo, en este cuadro se explica también como supo encarnar con tanto acierto la figura de poder masculina, donde como ejemplo representó a Napoleon en 2 etapas distintas de su carrera.

Para mí, su obra maestra en cuanto a retratos se refiere es el encargo adquirido por Louis-François Bertin en 1832, legado a su hija Louise Bertin, la que al ver el cuadro comentó:

“Mi padre era un gran señor, Ingres lo ha convertido en un granjero gordo”. tweet

En el inicio quiso representarlo de pie, pero lo rechazó al tratarse de un hombre fuerte. Consideró su posición social como hombre de debate – nombre también del periódico que dirigía – para pintarlo sentado, como una persona que escucha pero con intención de intervenir apasionadamente, como ya he comentado creo que es el mejor retrato de Ingres donde además de admirar el realismo en su cara, podemos contemplar como con maestría realiza el canoso peinado con un estilo Romántico del que según los críticos de la época, carece el artista cuando lo comparan con Delacroix.

 


Ingres (1780 – 1867)

Madrid Museo Nacional del Prado

24.11.2015 – 27.03.2016